La escuela envió una encuesta de seguimiento a todas las familias de la comunidad escolar para comprender mejor sus preferencias y desarrollar un mecanismo de retroalimentación entre las familias, la escuela y la empresa de catering para garantizar que las comidas escolares sean una fuente de alegría para todos.

Aunque solo el 14% de las familias respondieron, esto fue suficiente para que la escuela y Tribusana detectaran un patrón de comportamiento problemático.

Las familias expresaban una preferencia hacia los alimentos procesados en el menú escolar actual (principalmente nuggets de pollo, dedos de pescado y pasta blanca) y una aversión hacia los alimentos integrales (como lentejas, espinacas y acelgas).

Cuando se les preguntó qué alimentos les gustaría ver como parte del menú escolar, la respuesta fue: alitas de pollo, hamburguesas, papas fritas y sushi.

Esta retroalimentación respalda el antiguo dilema de la escuela entre la comida real y el desperdicio de alimentos. En el pasado, cuando intentaron reemplazar alimentos procesados por alimentos integrales (como filetes de pescado en lugar de dedos de pescado o más platos de legumbres en lugar de pasta blanca), el desperdicio de alimentos fue mayor ese día. Y sospechamos que esta lucha está ocurriendo en otras escuelas también porque parece haber una desconexión general entre las generaciones más jóvenes hacia los alimentos integrales y la diversidad de colores, y esto es un síntoma de un problema social mucho mayor.

Creemos que valió la pena compartir este estudio porque, en lugar de ver el resultado como un callejón sin salida, juntos vimos esto como una oportunidad real para educar, empoderar y generar un verdadero sentido de cambio en los comportamientos y preferencias alimentarias de la población estudiantil.

Pero para hacerlo con éxito, sabíamos que teníamos que adoptar un enfoque que abarcara toda la escuela e implicar a todo el mundo, incluidos los padres y los profesores.